domingo, 9 de mayo de 2010

Las 7 plagas (Parte 4)

Cuarta Plaga: Ignorancia

La ignorancia es una de las más dañinas de las plagas. En la actualidad 1.000 millones de personas son analfabetas en el mundo. Y siempre está ligado al nivel de desarrollo del país. Por lo tanto, hay más porcentaje de analfabetos en un país subdesarrollado o del "tercer mundo", que en uno desarrollado. Esto nos da la pauta de que la pobreza está directamente ligada con la educación. Y es evidente, ya que una persona instruida tiene mayores oportunidades en el mercado laboral, que una con menos conocimientos, y mientras mayor sea la preparación, mayor será la oportunidad de encontrar trabajo. Sin embargo, en muchos países como el mío, Argentina, considerado subdesarrollado, no se invierte lo que se debiera en educación, como para tener un progreso real o avance como país, y así sucede en muchas naciones pobres (no en todas). ¿Por qué sucede ésto? Bueno, hay tres posibilidades: o los gobernantes son ineptos, o pretenden mantenerse en el poder apoyados por masas de ignorantes (que no pueden "ver" sus errores), o ambas. En nuestro país considero que es la última. Es decir, aparte de lo mal que nos gobernaron estos últimos 20 años, a muchos poderosos les conviene seguir comprando voluntades con "un choripán y la coca", planes sociales y clientelismo político, cosa que en una sociedad mayoritariamente instruida y educada, no podría suceder. Y para colmo de males, están los medios de comunicación, que parecen fomentar la estupidez, vendiendo violencia, sexo, y otros falsos valores, que recibidos por alguien que realiza un análisis de lo que lee o mira en la tele, sin un fomentado pensamiento crítico, puede ser tomado como verdadero. La ignorancia entonces, fomenta la pobreza, la delincuencia, entre otros males y no permite que un ser humano utilice todo su potencial, tanto para la vida en sociedad, como para un desarrollo personal. Negarle el derecho de educación a un niño es, simple y llanamente, un crimen atroz. Y los responsables de que esto no suceda más, o por lo menos que la situación mejore, son en primer lugar los gobernantes, y en segundo lugar nosotros mismos, que como ciudadanos debemos exigir al Estado y los políticos lo que nuestros hijos merecen: educación libre, gratuita y buena, con acceso a la mayor cantidad de actividades y conocimientos que le den la posibilidad de un futuro digno.

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