La séptima plaga: La pobreza
Después de la Hipocresía, ésta es la peor de las plagas, y de todas, la más grande y la que más se sostiene en el tiempo. De hecho, en toda sociedad hubo y hay pobreza, porque su existencia radica en el egoísmo, la injusticia, y la codicia humana, algo muy común estos días, lamentablemente. Esta desigualdad, es sin lugar a dudas, responsabilidad única y absolutamente nuestra. Y digo ésto como ciudadano. y como ser humano miembro y partícipe de la sociedad de mi país, y del mundo. Por eso, también depende de nosotros que desaparezca, o por lo menos, que se atenúe. Dado que la pobreza es responsabilidad de la sociedad, sus causas son políticas, sociológicas, y debido a la ideología imperante en el mundo (capitalismo), principalmente económicas.
La existencia de la pobreza, se debe a la injusticia y desigualdad presente en cada sociedad en particular. Es decir, los pobres argentinos por ejemplo, se deben a malas políticas, o por lo menos ineficientes, del Estado argentino, a injusticias de la sociedad del país (es decir nuestras), y a la desigualdad entre las clases económicas.
Entonces, es directamente consecuencia de la irresponsabilidad de los que deben aplicar las políticas de Estado para solucionar o combatir la pobreza, e impulsar el desarrollo económico de cada lugar en particular. Y otra vez volvemos a lo mismo. Si los políticos no hacen lo que deben, y se roban todo, o simplemente lo hacen mal ¿quién es el responsable de cambiar esto? Principalmente, el pueblo, dado que la corrupción infecta todas las instituciones estatales. Y el pueblo, cuando lucha, por ejemplo, porque los niños en Misiones o en Tucumán no sigan muriendo de hambre, en un país agro-exportador, está luchando por sí mismo, porque el pueblo somos nosotros, pobres y ricos, hombres, mujeres y niños de Argentina. La mayor responsabilidad la tenemos aquellos que podemos comer, trabajar, estudiar, ya que somos los que realmente podemos provocar un cambio o un avance en la sociedad, dado que hay MUCHO por hacer, pero no parece que haya la voluntad necesaria para un cambio efectivo, aún.
